Mucho diálogo y pocas nueces

Casi nadie confía en los políticos, creen que les engañamos. Que decimos una cosa y hacemos otra. Que manipulamos las palabras para distraer, para ocultar nuestra incapacidad para solucionar los problemas reales de la gente. Una de esas palabras es “diálogo”.

La portavoz de la Generalitat, Elsa Artadi, dice: ”Apostamos por la estabilidad (del gobierno de Pedro Sánchez) siempre que vaya acompañada de pasos adelante y se siga caminando en el diálogo y la negociación política”.

La portavoz del Gobierno de España, Isabel Celaá responde: “una parte hablará de lo que considere oportuno y la otra contestará lo que sea procedente”.

El diálogo como objetivo, como razón de ser en sí misma, sin otra exigencia que seguir dialogando ¿De qué? ¿Hasta cuando?

El diálogo tiene sentido cuando hay un objetivo común entre dos o más partes y están en discusión los términos en que ese objetivo se va a concretar. El diálogo es un medio, no un fin. Es para algo, no porque sí. No es una excusa para dilatar las cosas mientras interese. Lo importante no es el diálogo sino las consecuencias concretas del diálogo convertido en negociación.

¿Qué se está negociando en Cataluña? ¿Cuáles son las condiciones de partida para ese diálogo? ¿Hay alguna? Ya es hora de que las partes lo digan. Porque si para unos es la independencia y para otros ésta es imposible, no sé muy bien de qué van a dialogar. Que no pierdan más el tiempo.

Si nos centramos en la actualidad de Pamplona vemos que el cuatripartito se ha roto por el desacuerdo en el presupuesto de seis millones de euros para inversiones. Bildu y Geroa Bai no han aceptado las enmiendas de IE y Aranzadi-Podemos y el proyecto ha sido rechazado por la abstención de sus cuatro concejales. Como consecuencia, Asirón les expulsa del gobierno municipal. Berro, Cuenca, Millera, y Eguino ya no son concejales delegados.

¿Dónde está el problema, en la falta de diálogo o en la falta de acuerdo? Sin duda en lo segundo. Seguro que han dialogado pero no han llegado a acuerdos.

¿Qué va a hacer ahora Asirón para salvar las inversiones? ¿Va a retomar el diálogo con Aranzadi e IE y con eso va a volver la confianza entre ellos, incluso hasta devolverles sus cuatro concejalías delegadas o ambas partes van a exigirse acuerdos y no sólo diálogo?

Con la teoría de los independentistas catalanes, con recuperar ese diálogo bastaría para volver a poner a Berro, Cuenca, Millera y Eguino en su sitio. Y Asirón ya ha dicho que no va a ser así, que esto es irreversible.

La cuerda se ha tensado en el diálogo y se ha roto en el desacuerdo. Y ahora sabemos la razón de fondo. Que, también dentro del cuatripartito, la mayoría se ha impuesto a la minoría. Y la señora Eguino no ha dudado en echar pestes al decir que esto “no es justo para con los grupos minoritarios, a los que se impide realizar su actividad con independencia, autonomía y respetando sus líneas de pensamiento”.

Bildu y Geroa Bai han impuesto sus diez concejales (cinco de cada grupo) frente a los cuatro de Aranzadi-Podemos e IE, que exigen que todo se haga por consenso (otra palabra, por cierto, habitualmente manipulada).

Se ve que no le gusta a la señora Eguino probar de la medicina que ella aplica a los demás cuando con su voto, sí, un concejal de 27, está ninguneando permanentemente a media Pamplona, representada por los 13 concejales de UPN (10) y PSN (3).

En algún momento va a pasar lo mismo en el Gobierno de España. Se va a desencadenar la verdad, el diálogo con los independentistas catalanes no va bastar porque van a exigir lo único que les ocupa y preocupa, una independencia imposible. Y cuanto antes se descubran las cartas mejor.

Y pasará como aquí, como en Pamplona, que también entre los que se unieron para formar un gobierno sólo para echar al que estaba, la mayoría se impondrá a la minoría. Porque no cabe la imposición de los que son menos frente a lo que quieren los que son más.

En Pamplona, cuatro concejales decidieron formar parte de un gobierno cuatripartito y este gobierno se ha roto por querer imponer al resto su minoría. En España ocho votos del PDeCAT quieren decidir el futuro de nuestro pais utilizando el chantaje de una negociación imposible.

Es hora de recuperar, en España y en Pamplona, un diálogo sin trampas entre los que coincidimos en lo fundamental, con las cartas sobre la mesa, con objetivos concretos y orientado a lo que quiere la mayoría. Un diálogo que no sea, otra más, una palabra hueca. En ello nos va el futuro.