La amable mega manzana

No va la presente de Adán y Eva, ni del paraíso y la serpiente, ni de esa paradisíaca pero fatal manzana. Va de lo que ya se imaginan ustedes, el dichoso plan de amabilización del Casco Antiguo y el Primer Ensanche. Dicen sus defensores que han aplicado la teoría urbanística de las supermanzanas, y que, además, lo están haciendo en coordinación con la Mancomunidad, que está desarrollando el Plan de Movilidad Urbana Sostenible, conocido por el acrónimo PMUS. Aunque si bien la amabilización ya ha sido perpetrada, el PMUS se encuentra en fase de participación y no ha comenzado a diseñarse. Eso sí, comparten la base teórica y urbanística de las mencionadas supermanzanas.

Para que lo entiendan los lectores no especializados en la materia, la supermanzana es una célula urbana de uso residencial que agrupa varias manzanas tradicionales, que está dotada de servicios variados y teóricamente suficientes y parcialmente peatonalizada, accesible a vehículos de vecinos, carga y descarga, urgencias, policía, etc. Con zonas sólo peatonales y ciclistas, otras de coexistencia para vecinos y algún circuito de aproximación general que en ningún caso permite atravesarla, sino que siempre te hace retroceder al lugar de entrada, con lo que se evita la tentación de utilizar esas vías como lugar de paso.

Estas supermanzanas están rodeadas de calles de uso libre por la que discurre el tráfico de paso y el transporte público. De esta manera se consiguen espacios urbanos peatonales, comerciales, calles de uso peatonal o de velocidad muy restringida, donde la vida de los vecinos, visitantes, comerciantes, hosteleros o profesionales se desarrolla con una calidad superior a otras donde predomina el tráfico rodado o el caos circulatorio. Eso sí, deben disponerse zonas de aparcamiento perimetrales dónde aquellos que no acceden en transporte público puedan dejar sus vehículos y continuar a pie.

Es algo muy estudiado por los especialistas, y que además está funcionando muy bien ahí donde las han implantado con coherencia. Empezaron aplicándose en ensanches tradicionales de manzana rectangular, agrupándolas, y han seguido desarrollándose en zonas urbanas irregulares como los tradicionales cascos antiguos de origen medieval, tratando de adaptar esta teoría basada en la ortogonalidad a zonas urbanas irregulares.

Hasta aquí todo bien, pero he dejado para el final de esta somera explicación algo que es fundamental para su correcto funcionamiento: su tamaño. Todos los especialistas concluyen que el tamaño ideal de una supermanzana está en los 400 metros de lado. No menos, porque no podría albergar todos los servicios necesarios, ni la masa crítica de población residente a los que atienden. Y no más, porque esa distancia es la que disuade a la gente a realizar su recorrido andando. No se trata de imponer a nadie el modo en que quiere moverse, si se obliga a la gente a superar esa distancia, ésta opta por un modo de trasporte, público o privado, pero no la realiza andando, y menos cargada con bolsas o paquetes. Menos aún si acarrea niños o son personas mayores. Además, superada esa dimensión, los únicos servicios que se implanten su interior son los exclusivos de proximidad para atender a su propia población. No va a funcionar nunca un comercio o un servicio profesional que requiera desplazamientos superiores.

La zona de “amabilización” de Pamplona, que incluye Casco Antiguo, Primer Ensanche y algo del Segundo, mide casi 900 m. de ancho por 1.200 de largo. En ese ámbito caben 3 supermanzanas teóricas. Pero no sólo tiene ese problema, todo su borde norte es apenas permeable al estar rodeado por el río y la muralla. Además, ese borde norte tampoco tiene aparcamientos.

Y no es que no se pueda atravesar, antes tampoco se podía, sino que los circuitos de aproximación con los que debe contar toda supermanzana son cortos y poco profundos. Nadie con mínimos conocimientos puede esperar que funcione. Desde el principio estaba claro que esta operación no era de “amabilización”, sino de impermeabilización, dando como resultado una zona exclusiva para residentes, que ya ha perdido un alto porcentaje de visitantes y ve muy tocado su comercio. Únicamente la fuerte tradición hostelera del casco está salvando la situación de estos momentos.

Si el objetivo de esta operación de “amabilización” es que el casco sea un barrio más, y no el centro comercial, hostelero, administrativo o profesional de Pamplona, puede el cuatripartito con Asirón a la cabeza estar orgulloso. Pero para los que pensamos que el Casco debe constituir el centro neurálgico de Pamplona, desde todos esos puntos de vista, esta operación es absolutamente negativa. Es más, a la larga, no sólo va a ahuyentar a los visitantes procedentes de otros puntos de la ciudad, sino que va generar zonas de locales e incluso viviendas vacías, paso previo a toda degradación urbanística.

Si en la zona “amabilizada” caben tres supermanzanas, la solución no pasa por crear una mega manzana de más de un kilómetro de longitud y 900 metros de anchura, sino que pasa por un profundo estudio urbanístico que respete la concentración de población, servicios y dimensiones que en la teoría de supermanzanas ya están claramente definidos. No hace falta aprendices de brujo que inventen mega manzanas, hace falta sentido común.