Hermano mayor

Ya sé que las auto citas son consideradas de mal gusto pero permítame el amable lector referirme a aquel primo de Zumosol, que vino a cuento de la negociación del presupuesto estatal en tiempos de Rajoy, en la que, ante la flagrante pasividad del gobierno cuatripartito y de nuestra presidenta Barkos, tuvo que ser Javier Esparza, presidente, pero de UPN, el que sacara las castañas del fuego, trayéndose para Navarra unos suculentos millones para la N 121 A, para la gratuidad de nuestras autopistas, para el tren de alta velocidad o para importantes obras municipales. Partidas presupuestarias que andan por ahí, un poco mareadas desde la llegada al poder de Pedro Sánchez. Permítanmelo solo para centrar la comparación con otra negociación, la del presupuesto Sánchez, finalmente abortado.

En esta última ocasión, no era cuestión traer el dinero de inversiones imprescindible para nuestro progreso económico y social. Era para algo más político y menos imprescindible pero más testimonial, y con unos efectos directos que podrían haber llenado de satisfacción a nuestros nacionalistas gobernantes. Me refiero a la asunción total de las competencias de tráfico por parte de la Comunidad Foral y de remanguillé aprovechar la ocasión para echar a la Guardia Civil de nuestra comunidad (o por lo menos de nuestras carreteras).

Cualquiera que sepa que Navarra es socia fundadora de esta gran nación española, que por eso su escudo lleva cuatro cuarteles y una granada, uno de ellos con nuestras cadenas, sabe que no hay nada que temer en esa asunción total de las competencias de tráfico, pero esos que se empeñan en otro escudo, no de España sino de Euskadi, también con cuatro cuarteles, aunque uno permanezca en blanco (perdón, en rojo, evidenciando que alguien se empeña en no entender algo) no tienen las intenciones tan claras.

Pero eso no es lo chusco del asunto. Ha tenido que ser el PNV (penosamente representado en navarra por Geroa Bai) cuyo diputado por Vizcaya en el Congreso, don Aitor Esteban Bravo (desconozco los seis apellidos siguientes), de estirpe soriana con apellido comunero, quien ha negociado el traspaso de las competencias de marras. No ha sido la señora Barkos ni el señor Martínez, ha sido directamente su hermano mayor, apelativo que no es de mi cosecha, sino del propio PNV (Pueden revisar las ultimas conferencias de la fundación Sabino Arana). Ese hermano mayor televisivo que viene a poner orden en familias que no pueden más con la actitud de alguno de sus hijos. El hermano mayor que Geroa Bai necesita, que ha tenido que venir desde Vizcaya para poner orden en esa panda de niños malcriados que es el cuatripartito. Tres hermanitos rebotados porque no quiere tren de alta velocidad, uno de ellos amenazando con no respirar porque no sabe si su identidad es una o dos, o sea, si son un hermano y un primo, otro, el más pequeñito, que no sabe si quiere obligar a la gente a hablar euskera o dejar que hablen lo que quieran, y el más grandullón liándola con policías y bomberos. Y la pobre “amatxo” Geroa embarrada entre huelgas de médicos y líos con las listas de espera. Vamos, un follón de aúpa que ésta última ha intentado tapar con una candidatura conjunta al Congreso de los Diputados, y que no ha conseguido cerrar porque la panda de “txabales” díscolos le ha dado con la puerta en las narices (finalmente ha tenido que apañar una candidatura con un guipuzcoano y un vizcaíno, con experiencia en fracasos previos). Vamos, que los nenes están de morros y ninguno quiere compartir el posible batacazo que se les avecina. Eso sí, escandalizada porque el centro derecha ha conseguido aunar fuerzas, sumando incluso a Ciudadanos, un partido contrario a nuestro convenio económico, que finalmente se ha avenido a respetarlo, lo que ha sido una importantísima incorporación a la causa foral. Es sorprendente el sobrevenido fervor por el autogobierno que les ha entrado a los que quieren diluir el nuestro en el de una comunidad vecina. Se les ve nerviosos viendo que UPN ha conseguido una unidad en la que ellos han fracasado.

En cualquier caso, Navarra no necesita un hermano mayor, que venga de Euskadi a resolvernos los problemas y a poner orden. No necesitamos que los que nos reservan amorosamente un cuartel en blanco (rojo) en su escudo nos digan que transferencias queremos o no queremos negociar. No necesitamos que desde Vizcaya (magnífica tierra y magnífica gente) nos digan qué policías deben patrullar por nuestras carreteras y si queremos o no que se marche la Guardia civil, ni necesitamos en modo alguno su tutela. Pero es así como funciona Geroa Bai, permanentemente a las órdenes de su hermano mayor, incapaz de decisiones propias que no vengan teledirigidas desde Bilbao y con un corral de socios alborotados que le bloquean cualquier decisión económica, social o sobre infraestructuras mínimamente sensata.

Francamente, entre un primo de Zumosol navarro trayéndose inversiones desde Madrid o un hermano mayor ajeno a la familia, negociando nuestras transferencias en función de intereses foráneos, me quedo, sin duda ninguna, con el navarro.