Desahucios y pensiones

Asistimos desde hace algunos años a la instrumentalización populista de las desgraciadas consecuencias de la crisis, instrumentalización absolutamente desvergonzada e impúdica por parte de los partidos políticos del espectro de la extrema izquierda, e incluso de la no tan extrema, en un lamentable proceso de radicalización que está alejando a los socialdemócratas de la centralidad política.
Hemos tenido que constatar la manipulación de los procesos de desahucio asociados a la quiebra de la burbuja inmobiliaria, contraponiéndolos a los recortes presupuestarios, los casos de corrupción o las inversiones en infraestructuras, como si esas hubieran sido la causa de esos desahucios. Y se han utilizados esas desgracias ajenas para alcanzar un poder municipal casi generalizado, no sólo en Navarra, sino en toda España. Y ahí llevan tres años gobernando, en ciudades y comunidades, y no han resuelto el problema. Los desahucios por impagos hipotecarios han continuado hasta empezar a remitir por puro agotamiento entre los damnificados y empiezan a repuntar entre los inquilinos de viviendas, sin que los actuales gobernantes populistas de extrema izquierda hayan conseguido corregir el problema. Ya hemos visto manifestaciones, incluso en la misma plaza del Ayuntamiento de Pamplona hace unos días, reclamando soluciones al cuatripartito. Eso sí, sin los habituales insultos, descalificaciones, etc. Nadie gritó “Bildu kampora”, “Podemos fascistas” ni nada que se le parezca. Simplemente se limitaron a quejarse suavemente de que el Ayuntamiento no era lo suficientemente diligente rehabilitando sus viviendas y pidiendo una lista pública de adjudicatarios y puntuaciones, en plan “osito de Mimosín”. Eso sí, sin olvidar sus ataques al sistema capitalista, al gobierno de Madrid, a la banca y al “sursum corda”.
Y ahora, una vez explotado este filón que les sirvió para alcanzar ese poder municipal y autonómico, y ante su evidente declive en las encuestas, han decidido atacar por el lado de los pensionistas, rompiendo de facto, el Pacto de Toledo, pacto suscrito por todos los partidos para dejar fuera de la melé política y electoralista el problema de las pensiones. Eso se ha acabado. Estamos asistiendo a manifestaciones de pensionistas por toda España, Pamplona incluida, en las que con la excusa de defender el sistema público de pensiones y exigir el mantenimiento de su poder adquisitivo, se corean consignas en contra de los partidos de centro derecha, con las habituales referencias al capitalismo y al sistema, tan típicas, manidas y desgastadas, con las que la izquierda rancia y decimonónica se manifiestan desde hace un siglo. Un caso, este de las pensiones, calcado del de los desahucios e instrumentalizado de la misma manera, al estilo 11 M, apariencia de ciudadanos inocentes “gente”, manifestándose pacíficamente y siempre coreando las mismas consignas contra los y lo de siempre.
¿Qué se coreó en la manifestación por las pensiones frente al ayuntamiento de Pamplona hace unos días? “UPN kanpora”, “más pensiones menos inversiones”, “chorizos”, “corruptos”, en fin, lo de siempre. La misma monserga de siempre. Nadie coreó nada a favor del podemita griego, como en otros tiempos, cuando la Syriza de Alexis Tsipras aún no había alcanzado el poder en Grecia.
Pero ya tenemos experiencia, el tiempo pasa para todos y esta extrema izquierda populista ya ha tenido su oportunidad. Ya sabemos lo que ha pasado en Grecia con las pensiones, un recorte generalizado del 30 %. No sólo no han conservado su poder adquisitivo dos o tres puntos como ha ocurrido en España, rebaja que ya se apunta que van a poder recupera si seguimos en la senda del crecimiento, sino que machacaron a todos los pensionistas griegos con ese demoledor 30 %. ¿Es ese el futuro de los pensionistas españoles si una coalición de populistas de izquierdas alcanza el gobierno de Madrid?
El otro curioso ejemplo es el de Portugal. Una vez alcanzado el poder por una coalición de izquierdas, y después de aplicar recetas económicas similares a las del centro derecha en España (austeridad y troika comunitaria), están alcanzado similares objetivos que aquí. Eso sí, sin cumplir nada de lo que prometieron, actuando dentro del sistema y normas comunitarias, con austeridad y recortando, como aquí, pero sin movilizaciones callejeras, sin eslóganes ni descalificaciones a los partidos gobernantes.
Para esta izquierda populista, las desgracias ajenas no son algo que deban resolver, no son más que un medio para desalojar a los rivales políticos del poder, para un “quítate tú que me pongo yo”, para después agachar las orejas y cumplir con las estrictas órdenes de la Unión Europea, olvidándose de sus promesas. Una vez alcanzado el poder, sólo les interesa, como ya se ha demostrado con los hechos desde las últimas municipales y autonómicas, cambiar nombres de calles, excitar el “guerracivilismo” y el revanchismo, poner la bandera de la República, fomentar el separatismo y acabar con las tradiciones que no les gustan, a contadas actuaciones demagógicas en asuntos de tráfico, movilidad o turismo (destinadas al consumo propio) dedicando a ello recursos económicos que debieran dedicarse a mejor fin. A eso, y a desactivar los movimientos callejeros y las consignas contra el poder, que para eso gobiernan ellos.