La sociedad civil navarra, los medios de comunicacin y, en general, la opinin pblica estn reaccionando frente, a la inaccin del gobierno Barkos respecto del tren de alta velocidad, y frente a la incoherencia del resto de los cuatripartiteros, que apoyan esta infraestructura en otras comunidades, vase a Podemos en Murcia y Extremadura, o los propios Geroas o Bildus en su Comunidad, que, al parecer, no es Navarra, sino el Pas Vasco, y su radical oposicin aqu.

Basten las ltimas y lamentables palabras del concejal Cuenca en un reciente Pleno del Ayuntamiento de Pamplona o la irracional postura de Bildu contra la nueva estacin de RENFE en Echavacoiz, consecuencia aparejada a la eliminacin del bucle ferroviario de Pamplona, haya o no haya TAV.

Como todos sabemos, esa resistencia a toda infraestructura que suponga progreso es una sea de identidad de la extrema izquierda navarra, sea o no nacionalista. Lo era en Herri Batasuna y ETA, con su oposicin a la autova de Leizarn o al embalse de Itoiz, y con su carga de terrorismo. Lo es en sus herederos directos, EH Bildu, que siguen erre que erre, lo es en el conglomerado comunistoide de IE, y lo es, por supuesto en esa amalgama que es Podemos, y todas sus marcas, entre las que se encuentra Aranzadi, por mucho que estos lo nieguen una y otra vez, pretendiendo falsamente marcar distancias cada vez que tienen ocasin. Niegan ms a Podemos que el bueno de San Pedro. Lo dijo Cuenca (Aranzadi) en una reciente comisin no dar un paso por el PSIS de Echavacoiz. Sin embargo, en la siguiente comisin se ha ausentado, junto con la edil de IE, Eguino, provocando la aprobacin de una declaracin de UPN a favor del TAV, dejando solos con su voto en contra a Bildu y Geroa. Ser que la crisis es ms profunda de lo que parece o slo una rabieta infantil como la anterior.

En estos momentos existen un clamor popular a favor del tren. La sociedad ya lo ha asimilado al inevitable empuje del progreso. Y, sobre todo, a la cohesin territorial de Espaa. Nadie entendera que una de las comunidades punteras de Espaa en aspectos econmicos, sociales, sanitarios y urbanos se quedara fuera de una red ferroviaria que prcticamente une ya a todas las comunidades espaolas.

Tampoco lo entenderan en el Pas Vasco, para los que la conexin navarra es fundamental para su acceso al corredor Mediterrneo, aunque visto lo visto, tanto al PNV como al resto de la cohorte abertzale les importe poco que dicho enlace pasara por Logroo. Se les ve poco aprecio por Navarra, donde parecen decididos a utilizarnos como carnaza para calmar el hambre anti infraestructuras de sus socios de gobierno.

La ltima accin del Ministerio de Fomento, licitando el tramo Peralta / Olite en 43 millones de euros hace irreversible la llegada del TAV a Pamplona y su futura conexin con Zaragoza. Lo de la conexin con la Y vasca, por Ezkio, en el mejor de los casos, o por Vitoria, como consolacin, ser cuestin de tiempo. Sobre todo, porque los mayores interesados estn en el Pas Vasco, principal beneficiario del enlace, y all, los peneuvistas, sean de Geroa o no, no se andan con txikitas. Ya se ha licitado por el Gobierno Vasco el proyecto de la estacin TAV de San Sebastin, ms de un milln de euros solo para el proyecto. As da gusto. No como aqu.

As que habr TAV. Es ya absolutamente inevitable, el progreso ferroviario llegar por fin a Navarra, y lo har por la accin decidida y firme de aquellos responsables polticos de los partidos de lo que podramos llamar sector constitucional, que frente a populistas y abertzales han peleado incansablemente por traer a Navarra esta infraestructura, no solo desde las instituciones, o incluso, contra las instituciones, comprometindose, tambin en una permanente labor pedaggica que finalmente est dando sus frutos. Y no siempre bien comprendidos, sobre todo en los peores momentos de la reciente crisis, en los que, incluso desde algunos sectores de la opinin pblica o de los mismos partidos, se cuestion el modelo de la alta velocidad, asocindolo al derroche de la obra pblica inservible, faranica y desorbitada. Pero aquellos momentos de derrotismo pesimista, afortunadamente, ya estn pasando. Cabe la reflexin de si el actual crecimiento econmico de Espaa est basado, en parte, en aquellas apuestas firmes y decididas por las grandes infraestructuras, que nos ha convertido en el pas con la mejor red de alta velocidad de Europa. Nada es casualidad.

Pero aqu seguimos peleando con nuestro cazurrismo local, con polticos con la boina a rosca, bien atornillada en su estrecha sesera, formando parte de los cargos de Bildu, de Aranzadi / Podemos y su alucinante exigencia de currculos anti infraestructuras, los eternos secundarios de reparto de Izquierda Ezkerra, o con el sndrome de Estocolmo de los de Geroa.

Llega el tren, con esa velocidad de cmara lenta con la que parecen llegar las grandes obras, pero llega, y ellos siguen como el baturro del chiste y su rebao de ovejas, plantados en la va, de espaldas al convoy que les va a dar alcance, ante la desesperacin del maquinista que no para de darle a la bocina para avisar de su llegada inminente.

Ah siguen, diciendo para sus adentros, chufla, chufla, como no te apartes tu